Si decidimos, si podemos, comprar vivienda de la manera tradicional tendremos que consultar pisos y más pisos, ya sea en internet o con visita presencial, hasta dar con aquel que se adapte a nuestro gusto, condiciones y precio. Pero existen unas cuantas alternativas a la forma tradicional de adquirir una vivienda. Una de ellas es la permuta, el cambio de viviendas entre particulares. Pese a que la casualidad juega un papel muy importante, porque la oferta no es muy amplia, es una posibilidad a tener en cuenta.
Se puede aceptar cambiar la casa por otra de menor valor y compensar la diferencia económica. Aunque el fenómeno está experimentando un aumento significativo en estos últimos años, todavía no puede compararse con la compraventa, que representa –pese a la crisis– la mayor parte de las transmisiones de propiedad.
De hecho como recuerda Eroski Consumer, los problemas económicos se encuentran entre los principales motivos del trueque inmobiliario. Muchas familias no pueden hacer frente a la hipoteca y, debido a las dificultades para vender, la opción del intercambio se presenta como la solución menos traumática.
En ese punto se puede aceptar cambiar la propia casa por otra de menor valor, compensar esa diferencia económica y obtener un aporte de liquidez adicional. Un traslado familiar por motivos laborales o la necesidad de una residencia con mayor espacio son otros de los motivos de la permuta. Por norma general, no se busca tanto la ubicación de la vivienda como el ahorro.
Se están ofreciendo terrenos por casas en las ciudades y las permutas están cobrando gran fuerza en el mercado de las segundas residencias. Incluso, el trueque también está aumentando en el mercado del alquiler.
Pasos básicos para una permuta
Una vez localizada la vivienda y alcanzado el acuerdo con el otro propietario hay que dar dos pasos básicos. Primero se procede a una peritación de las dos viviendas justa y aceptada por ambos dueños. Después, hay que comprobar la titularidad y el estado de cargas de las casas, se debe solicitar una Nota Simple en el Registro de la Propiedad, en la que se especifique las cargas (hipotecas, embargos o derechos de terceros) que pesan sobre cada inmueble.
A todo ello hay que sumar una serie de cautelas:
- Se debe verificar la cédula de habitabilidad de la vivienda que quiere intercambiar.
- Se tiene que solicitar al propietario el último recibo del IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles) abonado y las facturas de suministros (agua, gas y electricidad).
- Hay que asegurarse del estado arrendaticio de la casa que se pretende cambiar, para confirmar que se encuentra libre de inquilinos.
- Si el inmueble pertenece a una comunidad de propietarios, hay que solicitar el certificado del administrador de la comunidad para comprobar los gastos extraordinarios o derramas que se tengan que asumir.
- Con todos estos datos, hay que acudir al notario para proceder al registro de los inmuebles.
- Nunca se debe entregar dinero a cuenta antes de verificar la titularidad y las cargas del piso que se pretende permutar.
Gastos de una permuta
Una permuta de inmuebles conlleva una serie de gastos similares a los de una compraventa. Además, los precios de las dos casas intercambiadas no suelen coincidir de manera exacta, por lo que los expertos recomiendan que cada parte asuma sus impuestos:
- Cada inmueble debe tributar por el impuesto sobre transmisiones patrimoniales.
- Hay que abonar el impuesto sobre actos jurídicos documentados.
- Se tienen que pagar los gastos de notaría relativos a dos escrituras de compraventa: cada parte tiene su propia escritura y sus gastos.
- El Registro de la Propiedad cobrará por hacer las inscripciones de los dos pisos.
- Cada una de las partes debe pagar la plusvalía del inmueble o impuesto sobre el Incremento de valor de terrenos de naturaleza urbana.
- En el IRPF hay que declarar el incremento patrimonial, si existe, que se ha generado con la transmisión.