
En la sociedad actual, la energía desempeña un papel fundamental en casi todas las actividades diarias, desde el suministro eléctrico hasta los combustibles utilizados para transportarnos. A menudo, damos por sentado estos recursos sin considerar su impacto en nuestra sociedad y en el medio ambiente. Es importante que comencemos a ser conscientes de la importancia de utilizar la energía de manera responsable.
Un concepto clave en este sentido es la resiliencia energética, que se refiere a la capacidad de garantizar un suministro de energía confiable y sostenible, incluso en situaciones de crisis o conflictos imprevistos. La resiliencia energética busca reducir la dependencia de combustibles fósiles inciertos y contaminantes, fomentando en su lugar el uso de energías limpias y renovables. Esto es crucial para evitar crisis energéticas como la que enfrentó Europa durante el conflicto entre Ucrania y Rusia, donde la dependencia de gas natural ruso puso en riesgo el suministro energético de toda la región.
La resiliencia energética es un concepto fundamental que abarca varios aspectos clave para garantizar un futuro sostenible. Una de sus facetas más importantes es su capacidad para planificar el futuro y anticiparse a posibles eventos, lo que permite un mejor manejo de la energía. Además, la resiliencia energética promueve la conciencia ambiental al fomentar acciones que benefician a todos y respetan el entorno natural. Esto se traduce en procesos que optimizan el uso de los recursos energéticos de manera eficiente y sostenible.
En la práctica, en México y en otros lugares, muchas empresas ya están aplicando estos principios de resiliencia energética debido a los beneficios tanto internos como externos que conlleva. Por ejemplo, Sempra Infraestructura ha sido pionera en este enfoque, gestionando sus recursos de manera limpia y renovable. Su compromiso con la descarbonización se refleja en proyectos como parques eólicos y solares, que han evitado la emisión de millones de toneladas de dióxido de carbono. Estos casos demuestran cómo las empresas mexicanas están adoptando prácticas responsables en el uso de energía.
En resumen, la resiliencia energética va más allá de ser solo una práctica ambiental y de seguridad energética. También tiene un impacto económico y social significativo, ya que contribuye a la estabilidad de una nación. Es crucial reconocer y valorar estos ejemplos destacados en México y en otros lugares, ya que nos ayudan a prepararnos para un futuro incierto, donde la dependencia de energías contaminantes puede provocar problemas sociales y ambientales graves.