Las injusticias en el mundo ocurren por dos razones: la primera, es que los malos quieren hacer su voluntad pasando por encima de los derechos del resto; y en segundo lugar, porque los buenos, se quedan de brazos cruzados mientras esto acontece. Y durante mucho tiempo, ese fue el caso de las cláusulas abusivas bancos, de las cuáles miles de clientes eran objeto sin que nadie se propusiera detener dicha injusticia.
Ahora bien, el deseo de aprovecharse del débil para procurarse un beneficio propio no es nada nuevo, es algo tan antiguo que pudiéramos decir que es propio de la naturaleza humana; y ahora que hemos progresado científica y socialmente, existen formas más ingeniosas de lograr esto, porque ya no son tan evidentes como la esclavitud por ejemplo, sino que algunos logran hacerlas ver como correctas.
Pero afortunadamente, el 2013 fue el año en que las denuncias por las cláusulas abusivas llegaron a tal nivel, que el Tribunal Supremo tomó cartas en el asunto determinando cuáles poseían esta denominación y bajo qué supuestos una entidad bancaria incurría en ellas.
Sin embargo, hay quienes no ven en ello una victoria, puesto que la decisión del máximo tribual no incluyó la orden de pagar reembolsar todo el dinero, por el contrario, solo tuvo en cuenta aquello cobrado a partir del mes de mayo de dicho año.
Hay que mirar el lado bueno
Ciertamente, con esta sentencia no se erradica del todo la indefensión de los consumidores frente a los contratos bancarios con cláusulas abusivas, pero hemos de reconocer que fue un gran paso el obtener tal declaratoria, que no ha sido la única, sino que a partir de ella, la actividad jurisdiccional ha avanzado en función del restablecimiento de estos derechos y aumento de la tutela a los consumidores.
Esta épica batalla contra las cláusulas abusivas nos deja una clara enseñanza: es necesario denunciar la injusticia; probablemente se trate una lucha que tarde años, pero por más grande que sea Goliat, podremos vencerlo; muestra de ello la obtuvimos en el año 2015, cuando el Tribunal Supremo sentenció en contra del BBVA.
Este ánimo, también debe ser aplicado a los demás escenarios en que tengamos la oportunidad de restituir el equilibrio de la balanza de la justicia, especialmente cuando se trate de una indemnización accidente de tráfico o un despido, ya que son casos en los que la figura del jefe o el poder de una compañía aseguradora tienden a intimidarnos.
Recordemos que tanto los bancos, como las empresas y aseguradoras actúan bajo la orientación de abogados que les indican por dónde optar para asegurar sus intereses. En este sentido, si queremos salir victoriosos, hagamos nosotros lo mismo y armémonos con los mejores profesionales que estén dispuestos a defender nuestros derechos ante cualquier instancia.